Villa Rufolo
Villa Rufolo - Ravello
TOUR DE LA villa
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Villa Rufolo es la punta de diamante del inmenso patrimonio histórico y arquitectónico de Ravello. Un complejo monumental que lleva el nombre de la familia que la realizó y que contaba, en el periodo de máximo esplendor, allá por el siglo XIII, «con más salas que los días del año».
De ese patrimonio inmenso, una parte se ha perdido a causa del tiempo y de la incuria, otra se ha recuperado y se han añadido nuevas piezas en época más reciente, a partir de la obra de gran valor del industrial escocés Francis Neville Reid que fue su propietario a caballo del siglo XIX y XX.

En diez siglos se han superpuesto nuevas líneas al modelo originario, que era una síntesis perfecta y única de arquitectura árabe, sícula y normanda. De la línea más pesada de los nuevos volúmenes del claustro (siglo XVIII) a la más romántica de los jardines decimonónicos, hasta llegar a nuestro días, en la que los espacios satisfacen las exigencias funcionales de la Fondazione Ravello, del Ravello Festival y del Centro Universitario Europeo para los Bienes Culturales.


La torre de entrada

La torre de entrada de la Villa tuvo siempre una función ornamental. Su estructura se remata con una cúpula nervada y gallonada, decorada con arcos cruzados y soportada por columnas de barro cocido. El portal de arco ojival, de estilo gótico, está decorado con listones de tufo amarillo y gris que, con las columnas de terracota, recuerdan la misma policromía  que han sacado a la luz las restauraciones recientes en muchos locales de la villa, sobre todo en las partes menos expuestas a los agentes atmosféricos. Originariamente, todas las superficies de piedra estaban encaladas y decoradas con colores para resaltar las paredes. Es singular el uso de un pigmento en la cúpula de la torre constituido por partículas de color amarillo pajizo transparente, quizás esmalte de cerámica molido tras la cocción. Hay dispuestas estatuas de figuras humanas en las cuatro esquinas que representan a las cuatro estaciones.



El claustro

Prosiguiendo a través del paseo, cuyas antiguos muros están apenas ocultos por cipreses y tilos, se llega al Patio o Claustro Moro, que se desarrolla en tres crujías, de los que queda sólo treinta y seis columnas en la crujía frontal y dos arcos íntegros con seis columnas pareadas en la izquierda. En la parte inferior, se suceden por cada lado tres arcos ojivales, coronados por una galería de columnas pareadas, decoradas con trenzas y nodos con hojas. El nivel superior, con tres óculos por lado, está decorado con un friso de columnas pareadas de barrio cocido.

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La Torre mayor

Saliendo del patio, una breve escalera lleva a la majestuosa Torre mayor, de treinta metros de altura y subdividida en tres plantas. Puede reconocerse como la parte más antigua del complejo, testimonio con su altura de la potencia social, económica y política de los Rufolo, desde la que es posible abarcar con la mirada de la montaña al mar.

La Sala de los Caballeros y el jardín

El mismo módulo arquitectónico de la Torre se vuelve a encontrar en el pabellón del Jardín, la llamada Sala de los Caballeros, con arcos ojivales enormes. La sala está conectada con la Torre mayor y los muros laterales a través de otros locales que se desplomaron a lo largo del tiempo y de los que hoy leemos sólo los restos. A sus pies se desarrolla el jardín en dos niveles, la exaltación del romanticismo decimonónico, que Neville Reid diseño iniciando una auténtica escuela, que ha llegado a nuestros días a través de las sabias manos de los descendientes del grupo original de jardineros.
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El pozo

La parte que rodea el pozo, rica de ruinas, plantas exóticas, pinos y cipreses es la que conquistó a Richard Wagner que encontró aquí materializado «el jardín mágico de Klingsor», escenografía hasta entonces presente en sus visiones fantásticas.

El Belvedere

El jardín superior se asoma a Oriente a través del Belvedere, sobre el maravilloso panorama, además de sobre los jardines inferiores que constituyen la platea natural de los eventos del Ravello Festival, que se ponen en escena en el palco que se asoma al vacío y que cada año se construye ex profeso.

Las termas, el baño turco y el teatro

Bajando a lo largo del lado norte del jardín se encuentra los restos de las termas, que solo recientemente ha salido a la luz gracias a las últimas excavaciones arqueológicas. A los pies de la escalera que lleva a los jardines inferiores se halla el Baño turco, en cuyo interior se pueden ver los restos de las canalizaciones del agua y donde está perfectamente íntegra la cúpula gallonada. A través de los jardines se llega a la escalera que lleva al nivel más bajo de todo el complejo. Al final del recorrido se encuentran los locales inferiores de la residencia y se puede admirar el desarrollo de la columnata que soporta el claustro, en cuyo lado oriental se extienden también los locales destinados hoy al teatro.
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El comedor

Subiendo de nuevo a los jardines, se llega a un rincón rico de plantas exóticas y seculares a los que se asoma el comedor, cubierto con bóvedas de crucería soportadas por columnas simples o grupos de tres o cuatro.


Los frisos y la capilla

Además del comedor, a través de un paso subterráneo se vuelve al claustro para recorrer el paseo hasta la salida. En el exterior, siguiendo el muro perimetral hacia la izquierda, es posible admirar los frisos que adornan la residencia, hoy identificada como la capilla, cuyo interior acoge exposiciones de arte contemporáneo y eventos de varios tipos durante muchos meses del año. Cuando se deja la villa, queda dentro un encanto capaz de fascinar a muchas personalidades: los Angiò, Boccaccio, Gregorovius, Wagner, Neville Reid, Lawrence, Jaqueline Kennedy, Hillary Clinton, Gore Vidal y Maurice Bejart.
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