Villa Rufolo
Villa Rufolo - Ravello

Stemma RufoloLos Rufolo se convirtieron en una de las familias más importantes del Sur y, según la tradición, descendían de Rutilio Rufo, político del siglo II a. C. y el primero que pretendió los tributos militares creados en el ejército Pretorio.

Las primeras noticias que se refieren a los Rufolo de Ravello se remontan al siglo XI. Se trataba de un linaje que poseía tierras en la parte norte de Ravello y pertenecía a un estado social medio, teniendo en cuenta que, en 1150, Giovanni Rufolo ascendió a la cátedra episcopal de la ciudad y ejerció dicho cargo hasta la muerte, que se produjo en 1209.
Probablemente, hubo una elevación de la condición social durante medio siglo que llevó, pocos años después, al matrimonio de Nicola Rufolo con una de las damas más potentes del Sur, Sigilgaida della Marra. Se trataba de la hermana de Angelo I, tesorero y administrador del patrimonio de la Corona del Reino de Federico II.

Nicola Rufolo dio vida a una actividad arquitectónica de gran envergadura durante la primera mitad del siglo XIII, tanto en Ravello, con la reedificación en estilo árabe-normando del Palacio Rufolo, como en Giovinazzo (Bari), con la realización de una gran hacienda fortificada, que se remonta precisamente a los años sesenta de ese siglo. En esta hacienda se producía sobre todo aceite, que procedía de los amplios olivares de Molfetta, Bitonto y de la misma Giovinazzo. Fueron años de gran inestabilidad política, en los que Manfredo, último rey de Sicilia, perdió cada vez más poder. Fueron años en los que Nicola Rufolo abandonó parcialmente el comercio, para especializarse él mismo y sobre todo a sus hijos en la gestión económica del Reino. Para realizar esta actividad, Nicola aprovechó de la posición de primer plano que ocupaba Giozzolino della Marra, sobrino de Sigilgaida y administrador del patrimonio de la Corona.

Con la llegada de los Angevinos, tras la batalla de Benevento de 1266, los Rufolo juraron fidelidad a los nuevos conquistadores para ocupar una posición relevante en la economía del Reino. Cambiaron las armas de la estirpe, tanto en los colores, pues el azul sustituyó al rojo, como en la estructura, adoptando tres flores de lis en la parte superior, símbolo del linaje de Anjou. Matteo, hijo de Nicola, y su primogénito, Lorenzo, ocuparon cargos importantes del reino y se pusieron de parte de sus primos de la familia Della Marra. Durante este periodo, hubo una auténtica actividad de financiación de la corona por parte de Nicola Rufolo y de su hijo Matteo. Se habían convertido en los banqueros de la Corona.

Tras la guerra de las Vísperas Sicilianas (1282), el poder de la casa de Anjou tuvo que hacer frente a una vasta crisis económica. Con mucha probabilidad, fue esta la causa del proceso que se fraguó contra los linajes de los Rufolo y de los Della Marra de Ravello, con la intención de adueñarse de sus bienes. Y se salieron con la suya, pues el plan se logró. El 17 de junio de 1283 marcó el inicio del proceso: algunos miembros de las familias Rufolo y Della Marra fueron capturados con sus hijos en gran secreto y fueron despojados de sus tierras. Cinco días después, el 22 de junio, el príncipe Carlos II expuso los motivos que llevaron a dicha decisión: los cargos fueron de malversación de caudales públicos, traición, de las perversiones más oscuras, de exportación de trigo en detrimento de la Corona, expresiones en favor de la guerra de las Vísperas. Matteo Rufolo fue acusado de mantener correspondencia con la reina Costanza, hija de Manfredo y esposa de Pedro III de Aragón. El documento ratificó la condena a muerte de Angelo y Galgano, ambos hijos de Giozzolino, además de la de Lorenzo Rufolo, primogénito de Matteo. Fueron asimismo ratificadas la tortura de las mujeres y niños y la expropiación de los bienes muebles e inmuebles, entre los que se hallaban barcos, caballos y armas. La acusación más creíble parece que fuera, según Sthamer, el aumento de las cargas fiscales que había puesto de rodillas a la población. Se condenaba la política financiera de Gizzolino, que había fallecido hacía cinco años. No han de excluirse el gran déficit de la corona de Anjou y los ingentes gastos de guerra a los que tenían que hacer frente. Matteo Rufolo tuvo que pagar dieciséis mil onzas de oro (unos quinientos gramos, que correspondían al coste de ochenta barcos armados) para salir de la prisión.

Flamand de Comises, abad de San Víctor de Marsella, fue el encargado de confiscar todos los bienes en Campania, especialmente en Ravello. Parece que el personaje más importante de los que fueron condenados a muerte fuera Lorenzo Rufolo. En octubre de 1282, era mencionado como Secreto y Maestro Portolano de Apulia y, sucesivamente, como Secreto de Sicilia. Fue decapitado en 1283. Probablemente en él se inspiró Bocaccio para el cuento de Landolfo Rufolo, mercader que para duplicar su patrimonio invirtió todos sus bienes y se arruinó, convirtiéndose en pirata. Aquí, tras una serie de vicisitudes, el cuento termina con un final feliz. Pero se trata sólo de un cuento, que simboliza la fortuna, de la que careció el pobre Lorenzo.

Tras las condenas, los Rufolo no consiguieron recuperarse nunca más, a la par que Ravello. Su decadencia se produjo por voluntad, en primer lugar, del príncipe Carlos de Salerno (el futuro Carlos II de Anjou), del Papa, que apoyaba el poder anjevino, y de algunas familias de Ravello, entre las que se encontraban los Frezza, que no veían con buenos ojos el poder que habían alcanzado los Rufolo. Algunos miembros de la familia Rufolo decidieron a continuación trasladarse a Nápoles. La familia había perdido en el siglo XV todo su poder y Peregrino Rufolo, decimocuarto obispo de Ravello, habló de sí mismo como del último de su estirpe.


de un estudio de Alessio Amato