El jardín de Villa Rufolo, también conocido con el nombre del Jardín del Alma (Giardino del Anima) se desarrolla en dos niveles a los cuales nos lleva un paseo con árboles de memoria decimonónica. Los antiguos muros apenas ocultos por los cipreses y los tilos conducen discretamente al patio moro y, tras una breve pausa en la que las arquitecturas nobles se presentan desnudas ante nuestra mirada, una pequeña escalera nos introduce en el primer nivel del jardín.
La atmósfera es envolvente y recuerda una dimensión antigua que nos devuelve al jardín romántico y donde aún resuenan los versos emocionantes de Boccaccio. La historia del jardín puede dividirse en tres fases temporales muy diferentes:
LA PRIMERA FASE del jardín, que podríamos definir la fase histórica, se coloca en torno al siglo XIII, época de la construcción de la villa.
LA SEGUNDA FASE es la medieval, de la que poseemos solo poquísimos testimonios que repiten que, según lo ensalzado por Boccaccio en la primera jornada del Decamerón, los jardines se extendían hasta Mormorata, conectándose con otras propiedades de los Rufolo.
LA TERCERA FASE, o periodo romántico, es la que ve como protector a Francis Nevile Reid, noble filántropo escocés experto de botánica y de arte antiguo, título que le valió el cargo de Superintende honorario por parte del Prefecto de Nápoles.
La época de Reid marcó, precisamente, el renacimiento de los jardines e Rufolo y contribuyó a decretar el nacimiento del mito. Fue en esta fase que, en mayo de 1880, se coloca la llegada de Wagner a Ravello y su descubrimiento del jardín mágico de Klingsor como escenografía digna para Parsifal. Wagner imaginó la altísima torre medieval precipitar en la nada y convertirse en un jardín mágico, luego las plantas tropicales asumir el semblante de espléndidas muchachas y, por fin, el jardín mismo transformarse en un desierto en el momento en que Parsifal mata al nigromante Klingsor.
Atraído por el clima templado y por la belleza de los lugares, Neville Reid eligió Villa Rufolo su morada de verano comprando varias especies de plantas exóticas para la villa.
La actividad de Reid de Ravello no se limitó al cuidado de la villa y de sus jardines, sino que asumió los rasgos de una auténtica obra filantrópica que se extendió en una actividad intensa a favor de la ciudadanía.
La estructura de los jardines extendidos de la Villa sufría de algunos problemas. Reid construyó un sistema de irrigación uniendo hábilmente sus necesidades con un mecenas generoso hacia el pueblo. Los trabajos relativos a los jardines de la villa habían avanzado tanto hacia 1860 que Reid tuvo que plantearse urgentemente el problema de la irrigación. A tal propósito, hizo construir un acueducto a su cargo en 1863, tras haber establecido un convenio con la Concejalía del Ayuntamiento de Ravello, para llevar el agua desde el barrio del Tabernacolo hasta la plaza Vescovado de Ravello, donde sigue alimentando hoy en día una fuente de uso público. Reid se comprometió al mantenimiento perpetuo del acueducto y de la fuente pública. Además, Reid encomendó el cuidado de los jardines a Luigi Cicalese, con el que mantuvo una densa correspondencia a lo largo de los años.
Las especies que existían entonces en el jardín eran diferentes, tanto autóctonas como exóticas, en particular la rosa de Dijon, muchas de las cuales han desaparecido ahora casi completamente.
El jardín sufrió varias intervenciones de demolición a lo largo del tiempo, sobre todo durante el siglo XX: de la confiscación durante la guerra por parte de los ingleses, a la llegada de varios fenómenos naturales, como las inundaciones por las lluvias torrenciales que se abatieron sobre el litoral en 1951, a la construcción de la carretera provincial en 1955 que destruyó la parte alta de jardín.